Dónde comer caldos en CDMX: una paraíso llamado Caldos, Caldos, Caldos

Si eres de los que nomás baja tantito la temperatura y corre por cobija y algo calientito, qué mejor que un caldito para apapachar el corazón. Fue precisamente esa razón por la que Caldos Caldos Caldos abrió un local sencillo en la colonia Colonia Doctores: para ofrecer caldos en serio, de cocción lenta, con huesos, vegetales, proteínas y sabor que reconforta. Si estás buscando dónde comer caldos en CDMX, este es tu lugar.

Caldos, Caldos, Caldos, un lugar donde comer caldos en CDMX se convierte en experiencia reconfortante

charola con caldos
Los dueños, Lisset Montes y Marco Cariño, cuentan que la base de sus caldos es un “caldo de huesos de pollo y de res” a cocción lenta para generar proteínas, minerales (como colágeno) que al final se reflejan en sabor, textura y sustancia / Foto: Erika Rivera-Animal Gourmet

En tiempos donde la ciudad acelera, donde muchas comidas son “rápidas” y “funcionales”, encontrar un lugar como Caldos Caldos Caldos es un lujo sencillo: un tazón humeante, buen fondo, ingredientes honestos, ambiente que invita a frenar un poco. Si entras buscando solo “algo caliente”, saldrás con más: con la satisfacción de haber comido bien y con gusto.

Prepárate para visitar el paraíso del caldo lleno de vitaminas. La base que usan es de huesos (res y ave) y la dejan cocinar a fuego lento entre 8 y 12 horas, así aseguran que todos los mineras se extraigan. Al finalizar, se convierte en una gelatina rica, saludable y llena de colágeno, la cual es el corazón de cada plato de caldo que sirven.

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¿Qué pedir en Caldos, Caldos, Caldos?

En el menú fijo hay tres recetas de caldos diseñados para combinar con alguna proteína (pollo, res o huevo) y siempre vienen acompañados con guarniciones de arroz y frijol,  pan o tortillas recién hechas.

  • Puchero: caldo rojo a base de chile guajillo, originario de Tabasco, incluye garbanzo, verduras, la proteína que elijas y rodajas de plátano macho frito, creando un delicioso contraste dulce-salado.
  • Chilate: una receta guerrerense  adaptada a lo chilango, con caldo verde a base de chile serrano y verduritas. Ten cuidado porque es el más picante.
  • Caldo de huesos tradicional: natural y sustancioso, con el sabor de un buen caldo de huesos, reconfortante para el cuerpo. Tiene su toquecito a hoja santa y verduras mixtas.
tostada de frijol
El lugar no promete ostentación, sino honestidad, calidez, sabor de hogar con un giro / Foto: Cortesía

Mientras esperas a que llegue tu caldito, pide alguna de las entradas, como los taquitos de mollejas encebolladas, la frijostada (una tostadita de frijol con encurtidos y queso Cotija) que te conquistará desde el primer bocado; las Rickyñas, una reinterpretación de las enchiladas, combinadas con verduras, ¡picantes y crujientes! También tienen bowls con verduras doraditas al comal, ensaladas o elotitos con queso y mayonesa.

El menú de bebidas es bastante ecléctico, aparte de aguas frescas del día, hay tepache, chocoavena y mocktelería de la casa, como la bebidita refrescante (un delicioso suerito de jengibre), refrescante y amable con la flora intestinal.  

En mi visita, pedí el puchero con res. A la mesa llegó un tazón hondo lleno hasta el borde, con vapor escapando de él. El primer sorbo me dejó ver el alma de este fondo: profundo, cálido, sabroso. En la sopa: zanahoria, elote, garbanzo, calabaza (verduras que se agradecen porque aportan textura y frescura en medio de algo que podría resultar muy pesado) y un toque inesperado, el del plátano macho frito como un guiño a las raíces tabasqueñas de la chef.

Tips Animal:
  • Ten paciencia, su diferenciador es que hacen todo al momento, por lo que la espera puede tomar algunos minutitos.
  • El espacio es pequeño, así que ve temprano para evitar la espera o que esté muy lleno.
  • Pide el caldo con la proteína que prefieras, yo fui escogí res y me encantó.
  • No te saltes la bebida de jengibre y la chocoavena, que solo las encontrarás ahí.
  • Si vas con alguien, pidan dos bases distintas, así comparten y pruebam más sabores.

¿Por qué nos antojan caldos cuando hace frío?

caldo de pollo
Foto: Cortesía

Un caldo humeante es más que alimento: es ritual. Cuando el frío aprieta, el cuerpo pide calor, líquidos, reconfortar el interior. Desde un punto biológico, el calor del líquido ayuda a elevar la temperatura corporal periférica (ese “me siento calentito”) y el vapor que se respira genera una sensación de bienestar casi inmediata. Culturalmente, lo sabemos: uno vuelve a la sopa, al consomé, al tazón generoso cuando quiere “apapacho”.

Otra razón por la que se nos antoja un caldito es porque el cuerpo necesita más energía para mantener la temperatura interna y este tipo de alimentos lo ayuda. Los caldos suelen contener aminoácidos, vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales de digestión fácil, que contribuyen a todas las funciones corporales, como su crecimiento y reparación, y al estado de ánimo.


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