Sí, hay una hamburguesa de Trump.
Este año, Montreal celebra su 375 aniversario (o sea cuando fue “descubierto” por gente blanca) con montajes multimedia, conciertos, eventos gratuitos y ceremonias oficiales por toda la ciudad. Es un lugar maravilloso donde se combina la cultura londinense, el romance parisino y la comida de Nueva York. Pero en algún momento de los últimos años, la cantidad de restaurantes per cápita en Montreal sobrepasó a Nueva York, y una de las más recientes adquisiciones en esta ciudad loca por la comida es Vladimir Poutine.
Sí, es un juego de palabras —refiriéndose claramente al presidente ruso Vladimir Putin—, pero si hay algo que se toman muy en serio los canadienses, es el poutine: su platillo nacional de papas a la francesa bañadas con queso y gravy.

En cada mesa hay un menú donde todos los elementos llevan nombres relacionados con dictadores y políticos de todo el mundo, aunque el poutine reclama su propia autonomía: El “Vladimir” lleva papas a la francesa confitadas con betabel, carne ahumada, cebolla, gravy preparado con caldo de ternera, vino blanco y aderezo ruso. El “Mussolini” incluye salchichas con queso y papas a la francesa; y el “Napoleón” podría causarte un ataque al corazón con su foie gras.

Los propietarios Annie Clavette y Stefan Jacob (también chef jefe de cocina) fueron contactados por Mario Tremblay, DJ y locutor de Virgin Radio, cuando estaba buscando socios dentro de la industria restaurantera para abrir un poutinerie.


Jacob fue la mente maestra que ideó todos los juegos de palabras con los platillos y su experiencia como salsero con más de 30 años en la industria brilla cuando se trata del poutine. “Sabe que el secreto está en la salsa”, dice Clavette, su esposa desde hace 15 años.

“Incluso una de nuestras empleadas, que ha trabajado con nosotros desde que abrimos, es rusa y ella y su esposo —ruso también— adoran el concepto”.